Marta Brox Huguet, Abogada.

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miércoles, 14 de octubre de 2015

¿Todos nuestros asuntos deben pasar por sede judicial?

        Muchas veces les he comentado a mis clientes que no todos los asuntos deben dirimirse en el Juzgado para encontrar una solución, sino que, a fin de lograr el objetivo buscado, entendiendo por tal solución de la controversia, es más fácil buscar otras alternativas; y en otras ocasiones, aunque judicialmente existe una acción que ampara la pretensión, lo cierto es que la vía judicial no es lo más adecuado moralmente; muy por el contrario será la causa del comienzo de más conflictos.

        En este sentido, muchas veces vemos reclamaciones cuando menos extrañas. Recuerdo que hace años había un canal de televisión que emitía programas sobre cuestiones jurídicas las 24 horas del día, y uno de esos programas retransmitía juicios reales de los Juzgados de Instrucción y de la Audiencia Provincial de Madrid. Estudiando la carrera a mi hermana y a mí nos encantaba ver aquellos juicios, pensando quizá que el día de mañana seríamos quienes estaríamos sentadas en estrados defendiendo los intereses de nuestro cliente.

        Uno de aquellos juicios todavía hoy, muchos años después, lo recordamos entre risas. Se trataba de una muchacha de unos veintitantos años que había denunciado a otra de edad similar porque la acosaba por la calle, la perseguía y la llamaba continuamente por teléfono molestándola. El Juez sorprendido, (por cierto, si no recuerdo mal era el Juez Pedraz) le preguntó a la denunciada si era cierto que perseguía a la denunciante y la razón de ello de ser cierto. La denunciada contestó muy seria que la denunciante había dejado de hablarle y quería saber la razón de su actitud, por lo que la llamaba a diario e iba a buscarla para que le diera una explicación.  El Juez, casi sin creerlo le preguntó a la denunciante cual era la razón por la que no le contestaba a la pregunta y ella respondió: "Señoría, no le hablo y no voy a hablarle ni siquiera para explicarme". Ese fue el momento en que el Juez estalló: "Diga inmediatamente la razón por la que le ha retirado la palabra", la denunciante lo explicó, (no recuerdo la razón absurda que dio), y el Juez le dijo a la denunciada: "Pues ya lo sabe,ya se ha enterado ¿no?, de modo que deje de llamar y buscar a la denunciante.". Y continuó más o menos del siguiente modo: "Y ahora me van a permitir que les diga que en este Juzgado se están juzgando cosas muy serias, tenemos mucho trabajo y ustedes deberían procurar no colapsarme el Juzgado con cuestiones que ni mucho menos tienen que ser resueltas en sede judicial. Por favor, utilicen la Justicia de forma correcta ya que hay muchos casos muy graves y serios que están esperando mientras ustedes en esta sala están dirimiendo cuestiones de amigas."

        Ciertamente es triste pero en muchas ocasiones buscamos del juez una solución de conflictos que no deben llegar a sede judicial, como aquella mujer que vino a mi despacho porque quería que el Juez regañara al portero que le sisaba dinero de la caja, y no quería denunciarle, ni que le pusieran una multa. Quería que el Juez le regañara. Tuve que explicarle que el Juez ni regaña ni castiga, por lo que de mi despacho salió una mujer conformada pero no convencida.

         Esto produce gracia, incluso ternura, hasta que pasa a cuestiones más graves como cuando vi en un juzgado que una mujer denunció a su marido la noche anterior por llegar borracho a casa, y le preguntaba el juez si le había golpeado o le había insultado y ella le decía que no, pero que quería que el juez le dijera que así no se llegaba a casa y que no podía entender la razón por la que su marido llevaba en la cárcel toda la noche, que la ley en España era un asco.... Y es que no conozco el contenido de la denuncia, pero a consecuencia de la misma se había aplicado el protocolo de la Violencia de Género.

        Así pues recomiendo que antes de denunciar o demandar valoremos si es necesario hacerlo, si realmente no hay otra solución, o si quizá por lograr una una pequeña victoria moral no estaremos provocando una guerra judicial.

        Y es que todo esto se me ha ocurrido al leer la noticia que ayer publicó el periódico 20 minutos relatando que una mujer había denunciado a su sobrino de 12 años porque en su octavo cumpleaños había saltado injustificadamente fuerte hacia ella diciendo "¡Tía Jen te quiero!", tirándola al suelo y rompiéndole la muñeca.


         Ciertamente esta mujer puede acceder al juzgado y tiene una reclamación de daños que ejercitar frente a su sobrino; en España también podría acudir por vía civil a reclamar dichos daños, resultando responsables los padres del sobrino al ser éste menor, pero ¿moralmente es necesario? Las relaciones de esta familia nunca volverán a ser las mismas, a partir de ahora todo será reclamado judicialmente entre ellos.

        Y una, que es un poco romántica, piensa además que la demandante no volverá a escuchar "¡Tía Jen, te quiero!", y se le parte el alma.

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