Marta Brox Huguet, Abogada.

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martes, 30 de junio de 2015

Hasta luego faltas, hasta luego juicio de faltas.

        El día uno de julio de este año entrarán en vigor las nuevas reformas del Código Penal que, entre otras novedades nos trae la desaparición de las faltas. Sí señores, desaparecen las faltas y con ellas los juicios de faltas, juicios que no han sido poca fuente de anécdotas y sonrisas, y a los que personalmente tengo mucha simpatía.

        Recuerdo uno de los mejores juicios de faltas en los que actué cuando un vecino me pidió que le acompañara al acto de la vista por una denuncia que le había interpuesto un hombre al haberle dicho, en el fragor de una discusión: "te voy a dar veinte mil hostias". (Disculpen el lenguaje, pero en Derecho es muy importante ser fiel a las palabras pronunciadas).

        Cuando comenzó el juicio el Juez dio la palabra al denunciante quien se ratificó en la denuncia y quien repitió las palabras de mi representado. Posteriormente el Juez dio la palabra a mi cliente y le preguntó: "¿Es cierto que usted le dijo al denunciante que le iba a dar veinte mil hostias?" y muy serio mi representado le contestó: "No Señoría, yo le dije que le iba a dar diez mil hostias, ahora que si quiere diez mil más no tengo problema en dárselas". Imagínense mi cara, todo un poema....

        Como la cara que se les quedó a todos los trabajadores del Juzgado el día que, en los Juzgados de Plaza Castilla celebramos un juicio muy problemático, entre dos familias, que no es que no se hablaran (que habría sido lo mejor), es que se insultaban a cada palabra, faltaban al respeto tanto unos como otros al Juez, al Fiscal, a los abogados, y no digamos ente ellos, una verdadera ensalada de insultos en Sala. Pero lo malo es que no acabó aquí; a la salida, en el pasillo del Juzgado, se intentaron pegar las partes y a mí no se me ocurrió otra cosa que ponerme en medio para pararles, (debo aclarar a quienes no me conocen en persona que mido más o menos un metro cincuenta y tres centímetros y peso cuarenta y seis quilos, ¡¿donde iba yo?!). Lógicamente me quedé como el queso en un sandwich mixto, por lo que el abogado contrario viéndome en apuros, soltó su maletín e intentó sacarnos de allí, a mí y a mis tacones. Ya más calmada la situación y mientras intervenía unos guardias civiles que allí se encontraban, el compañero me dijo, "vámonos", y rápidamente nos marchamos de allí pensando que era todo una locura. Como agradecimiento a su intervención le invité a tomar un café en una cafetería cercana, cuando al rato de estar charlando se dio cuenta de que se había dejado el maletín en la puerta de la Sala de Vistas.

        Cuando llegamos de nuevo al Juzgado nos informaron de que no podíamos acceder a la planta en donde se había celebrado el juicio, es más, que iban a desalojar el edificio porque había un paquete sospechoso de ser una bomba. El abogado contrario preguntó muy colorado: "¿Marrón con forma de maletín con las iniciales BG?, Se me ha olvidado a mí.". Efectivamente habían considerado sospechoso su maletín tan estratégicamente abandonado a las puertas de la Sala.

        Aguantando la risa y rojos del bochorno, aguantamos lo más estoicamente posible la "regañina" de Su Señoría sobre que hay que tener cuidado con ciertas cosas que son muy serias.

        Lamentablemente perdí la pista de mi compañero, pero hoy, al ver en mi calendario que es el último día que vivimos junto a las faltas y sus juicios, me ha venido a la memoria mi compañero y mis 16 años junto a ellas.




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