Marta Brox Huguet, Abogada.

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viernes, 10 de abril de 2015

Los nervios ante el Juzgado son normales

Todo el mundo se pone nervioso cuando tiene que acudir al Juzgado.
Un conocido mío, que ejercía la abogacía al menos desde hacía quince años, acudió como testigo a uno de los juicios que yo dirigía. Puedo asegurar que jamás vi una pierna moverse más aprisa que la movía él mientras declaraba; ni la Juez, ni el abogado contrario ni yo podíamos dejar de mirar la pierna; cuando salimos del juicio me propuso ir a tomar algo, y para vuestra información os contaré que pidió una tila.
Pero aún más llamativo es el caso que me relataba mi padre. En los Juzgados de Quintanar de la Orden se produjo un altercado y un ciudadano acabó agrediendo a uno de los funcionarios que trabajaban allí, lo que fue denunciado y acarreó su correspondiente expediente judicial.
En el acto del juicio se llamó a declarar a una funcionaria que había sido testigo de los hechos. La mujer entró en la sala temblando como una hoja. Cuando el Juez, conocido de la testigo por trabajar en el mismo edificio todos los días, le preguntó su nombre, ella respondió llorosa "si ya lo sabe Señoría", a lo que el Juez le contestó que debía identificarse como todo el mundo hacía y que debía decir en voz alta su filiación (nombre y apellidos). Entonces los nervios pudieron con ella, y comenzó a llorar amargamente mientras decía "¡Es que no me sale!".
El juicio tuvo que suspenderse durante unos minutos para que la testigo, que diariamente trabajaba en un juzgado, pudiera calmarse.
Y es que ir al Juzgado pone nervioso hasta a los propios jueces.

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